
Sin Banderas
No puedo recordar qué individuo me insultó o trató de insultarme, diciéndome: “Usted es un mercenario”.
Me resbaló la agresión, de hecho no le di importancia y seguí conversando con otros contertulios, indignado el agresor se retiró de la mesa donde bebíamos una cerveza alegremente hasta que al desatinado se le ocurrió hablar de política; de hecho no me meto en esos asuntos donde siempre hay rencores, odios y una vida amargada.
Prefiero la vida tranquila y productiva, por lo demás nadie puede obligar a nadie a seguir un determinado partido político, pese a que tengo amigos en todos los sectores.
Todo esto lo digo porque conocí a un hombre joven cuando recién me había acogido al retiro de la Policía de Investigaciones de Chile. Recuerdo que me dediqué a visitar a cuanto amigo tengo, familiares y lugares que nos agradan a mi esposa y a mí; lo que no puedo
recordar es cuándo fue la primera vez que vi a Juan González, un nombre común para un hombre no tan común.
Lo más probable es que hubiéramos entablado una charla en un grupo de gente en retiro de las Fuerzas Armadas, Carabineros e Investigaciones. Durante la conversación él se dirigió a mí con evidente curiosidad al saber mi nombre y el cargo que tuve dentro de mi institución; simulé estar tranquilo, pero por dentro permanecí alerta y grababa en mi mente cada palabra de este Juan.
—Perdón, don Eduardo, supe que se había retirado bastante joven de las filas policiales.